martes, 14 de diciembre de 2010

“A medida que aumenta el PIB, aumentan las desigualdades sociales”




Mario Moniz, secretario ejecutivo de la Plataforma de ONG de Cabo Verde.

Ana Ramos (Praia, Cabo Verde). 500.000 habitantes, la mitad que Barcelona, diez islas y… unas 800 organizaciones de la sociedad civil, de las que algo más de una cuarta parte forman parte de la Plataforma de ONG de Cabo Verde. Es difícil gestionar este archipiélago, cuyas islas “están aisladas entre sí y también del continente africano”, explica Mario Moniz, secretario ejecutivo de la Plataforma de ONG de Cabo Verde.
Cabo Verde es un país con una enorme dependencia de la ayuda externa. ¿La plataforma de ONG sirve para canalizar esta ayuda?
La plataforma es una ONG creada en 1996 con el propósito de representar a las ONG y contribuir a la dinamización del tejido no gubernamental en Cabo Verde. La plataforma persigue además la capacitación de los integrantes de las ONG y otras entidades, además de visibilizar todo el trabajo de los actores no gubernamentales y facilitar la comunicación entre ellos y con la sociedad civil.
Cerca de 250 ONG forman parte de la plataforma… ¿Es operativo este número de entidades?
En Cabo Verde existen más de 800 organizaciones pero, en realidad, no hay más de 20 asociaciones activas. La plataforma debería tener como miembros a ONG, pero algunas asociaciones comunitarias quisieron entrar a formar parte y las aceptamos. Algunos sindicatos también quisieron afiliarse pero, en ese caso, no los admitimos.
¿Están reconocidas por la sociedad civil?
Sí, nuestra gran potencialidad es ese reconocimiento, pero todavía tenemos dificultades en el saber hacer. Debemos invertir mucho más en la capacitación de nuestros agentes y en la movilización de los recursos.
¿Cómo se movilizan esos recursos?
Ahí radica uno de nuestros problemas. Cabo Verde es un país que depende de los recursos externos para su desarrollo. A pesar de que las intervenciones de la plataforma son complementarias, ni el Gobierno ni los ayuntamientos logran hacerlo mejor que nosotros. Todos vivimos de la cooperación y hay una cierta competencia. Es decir, dependemos mucho de la voluntad del Gobierno y de los municipios, de manera que somos muy importantes pero, a la vez, no tenemos poder.
El paso de país menos avanzado a país de desarrollo medio, realmente, ¿les ha beneficiado?
Es complicado… Esta calificación supone que debamos pensar en nuevos canales de financiación y estamos todavía en una fase de aprendizaje. El país ha llegado hasta aquí gracias a la buena gobernanza pero, realmente, esto disminuye las posibilidades de las ONG de movilizar recursos. Las ONG deben tener acceso a una parte de los presupuestos del estado y existe una voluntad política para llevarlo a cabo, pero todavía tengo que verlo.
¿Podemos hablar de democracia consolidada?
Más que consolidad, diría en proceso de consolidación. Tampoco podemos hablar de país desarrollado, sino que desde el momento de la independencia en 1975 hemos avanzado mucho, pero queda mucho por hacer.
¿Cuáles son los principales problemas de su país?
Agua y saneamiento. Una buena parte de la población aun no tiene acceso al agua potable en cantidad y en calidad. También es muy importante la vivienda sobre todo en los centros urbanos de Praia, Mindelo o Sal, poblaciones que han sido víctimas del éxodo rural. Las sequías son sistemáticas, de forma que la falta de agua para el desarrollo agropecuario desembocó en el éxodo rural lo que agravó todavía más el problema de habitabilidad.
¿De ahí la proliferación de construcciones clandestinas?
Así es, lo que trae consigo, además, un descenso de la calidad de vida. El ritmo de crecimiento fue tan rápido que las autoridades no fueron capaces de acompañarlo ni en términos de abastecimiento, ni en términos de infraestructuras sociales, de abastecimiento de agua, de energía… Todos somos conscientes de este problema y hay todo un djunta-mô, juntar las manos, en la lucha contra la pobreza y mejora de las condiciones de vida de las poblaciones menos afortunadas.
De hecho, las desigualdades sociales parecen enormes…
Así es, sobre todo en los centros urbanos. Boavista o Sal, islas del turismo, son a la vez islas de la pobreza y de la riqueza, en muchos casos motivada, de nuevo, por el éxodo rural. A medida que aumenta el PIB, aumentan también las desigualdades sociales.
¿Qué se está haciendo para evitar este éxodo rural?
El Gobierno está insistiendo en la creación de infraestructuras y de nuevas condiciones en el campo: construcción de presas, introducción de razas mejoradas, industrias de transformación…
Éxodo rural y… migratorio. ¿Los jóvenes caboverdianos siguen soñando con irse?
Ya no tanto como antes, hoy la alfabetización es prácticamente plena, los profesores están cualificados, los jóvenes ya no tienen que salir fuera para estudiar… Si en Cabo Verde tienes una profesión cualificada, difícilmente querrás marcharte para lavar platos en Estados Unidos. Hoy las personas también tienen oportunidades en nuestro país.
¿Orgulloso de Cabo Verde?
Mucho.

(Fotografías Xan Xiadas)

lunes, 13 de diciembre de 2010

En Sucupira


Ana Ramos (Praia, Cabo Verde).- Sucupira es el mayor mercadillo de Cabo Verde. Emplazado en Praia, la capital, allí puede comprarse casi cualquier cosa: muebles usados, ropa, comida, películas de acción orientales, casettes y teléfonos móviles de última generación. Con dinero, claro, todo es posible en Sucupira... hasta hacerse la pedicura. Las caboverdianas, habituadas a calzar sandalias, entretienen la espera pintándose las uñas de los pies con colores tan brillantes como sus cielos.
(Fotografía Xan Xiadas)

domingo, 12 de diciembre de 2010

"La alegría y solidaridad de Cabo Verde no se ve en Europa; es un buen sitio para vivir"


Ana Ramos (Praia, Cabo Verde).- Las visitas realizadas a los proyectos realizados en Cabo Verde con cargo a Cooperación Galega nos ha llevado a conocer a Alberto Martín, técnico de proyectos de CETMAR en el país. En esta entrevista nos cuenta su trabajo y su visión de Cabo Verde y sus habitantes.

 

(Fotografía Xan Xiadas)

sábado, 11 de diciembre de 2010

"Algún día lloverá"

Ana Ramos (San Vicente, Cabo Verde).- Uno de los principales problemas de Cabo Verde es la sequía. En este archipiélago se distinguen dos estaciones, la húmeda, de agosto a octubre, y la seca, en la que nos encontramos, de noviembre a julio. En este mes, sólo en los lugares donde se superan los mil metros suelen caer lloviznas en invierno. Estamos en Praia, al nivel del mar y... ha llovido. Apenas han sido unas gotas pero el cielo plomizo, el bochorno que no nos ha abandonado y la alegría de los caboverdianos que en ese momento nos hemos cruzado nos ha hecho soñar con eso que ellos repiten: "algún día lloverá y Cabo Verde será diferente".
Ojalá llueva y las áridas montañas se pinten de un verde luminoso que dote de sentido el nombre de Cabo Verde.

viernes, 10 de diciembre de 2010

CONTRAPORTADA: Porto Mosquito en Burela



Ana Ramos (Porto Mosquito, Cabo Verde).- Porto Mosquito es una localidad pobre, eminentemente pesquera y muchos de sus paisanos se han aclimatado ya a las frías temperaturas gallegas. Viven en Burela (Lugo) y pasan la saudade escuchando al grupo Batuka Tabanka formado por doce caboverdianas y quien sabe… puede que también um bocadinho afrogallegas.
En Porto Mosquito los hombres salen a pescar y las mujeres manipulan y venden el pescado en los mercados de Praia o en la calle, a quien quiera comprárselo. La escasez de terreno cultivable hace de la agricultura una tarea titánica y aunque los animales domésticos son los dueños de la calle, criarlos tampoco debe ser fácil. Falta el agua, el establo…
En la playa un pescador recoge sus redes observado por los niños:
“-¿Cómo ha ido el día?
-Bien.
-¿Los niños quieren ser pescadores?
-Los niños tienen que ir a la escuela.”

Perfecto.
...
Aunque no tanto. Al terminar la escuela ¿en qué trabajarán? La falta de agua les enseñó a comer piedras, la falta de empleo a emigrar.

(Fotografía Xan Xiadas)

CABOVERDIANAS con mayúsculas

Ana Ramos (Cidade Velha, Cabo Verde).- Las conexiones en Cabo Verde parecen infinitas. O quizás todo el misterio se deba a que la población de toda la isla de Santiago no supera los 270.000 habitantes. Lo cierto es que un médico nos habló de una profesora de Bellas Artes cuya tesis doctoral investiga las pinturas de los rabelados, una comunidad que se aisló voluntariamente de la sociedad en los 40 y en cuya historia nos detendremos; y, en Galicia, alguien comentó que Manolo, otro gallego, tiene un negocio desde hace más de diez años en Tarrafal. Manolo, a su vez, nos dijo que era amigo de Luzia, y de ella, que nos ayudó a preparar este viaje, a partir de ese momento nos hablaría mucha más gente. A todos nos los hemos encontrado sin haberlos buscado y con todos hemos seguido descubriendo el potencial de esta isla que sale adelante, una vez más, gracias al trabajo de las mujeres.
Mucha gente dice que de tener género, África sería mujer. África no podemos asegurarlo, pero Cabo Verde, de no ser por sus mujeres, seguramente hoy ocuparía otros puestos en esos listados que tanto gustan a los estados. La poligamia es frecuente en el archipiélago y, además, está socialmente aceptada. Mejor un mal compañero que ninguno, piensan muchas caboverdianas y toleran que un gandul las proteja mientras ellas se ocupan de todo el trabajo doméstico y de las tareas clandestinas con las que habrán de procurar el sustento para sus hijos. Las mujeres aquí son cabeza de familia y, a pesar de todo, hasta que no tienen un hombre están a la espera de su figura para poder desempeñar el único rol social tolerable: la maternidad. Si a esto le añadimos desigualdad en el acceso al empleo o a los recursos tenemos el cóctel perfecto: baja autoestima y, consecuentemente, carencia de autonomía.

“-¿Cuántos hijos tienes?
-Ninguno.
-¿Y cuántos quieres tener?
-No lo sé… ¿ninguno?
-Pero… ¡no seas loca!”

En la política, la administración o, simplemente, en las ciudades la situación de la caboverdiana es diferente. Ocupa puestos de responsabilidad, está integrada en todas las profesiones, el país cuenta con nueve ministras y dos alcaldesas y diversas entidades velan por sus intereses. Ese es el caso, del Instituto Cabo-Verdiano para a Igualdade e Equidade de Género que, desde 1994, promueve políticas para la igualdad de derechos entre hombres y mujeres, además de la efectiva y visible participación de la mujer en todas las esferas de actividad del país.
En Cidade Velha, a apenas 15 kilómetros de la capital, ese papel lo realiza el Funku di Mudjeres, una de las dos sedes el país de la Asociación para la Cooperación con Cabo Verde (ACCVE). Allí todas las mujeres conocen a Luzia Oca, la del principio, y a “Carmiña”, Carmen Presa, promotoras incansables de la igualdad de oportunidades entre hombres y mujeres en este país tan lleno de desigualdades.


El Funku di Mudjeres trabaja con las mujeres de tres localidades costeras: Cidade Velha, Gouveia y Porto Mosquito, pertenecientes al municipio de Ribeira Grande. La elección de esta zona no es casualidad: rural y con un alto número de familias monoparentales pobres, cuya responsable es una mujer que suele tener a su cargo una media de cuatro hijos. Los hombres, o han emigrado o se desentienden de su papel como padres. Añadamos a esto personas dependientes a su cargo y analfabetismo y el cóctel, ahora, nos dará como resultado una mujer que no puede desarrollarse como persona.
Conscientes de esta realidad, ACCVE ha llevado a cabo aulas de alfabetización, talleres de afectividad y sexualidad para jóvenes, formación en género y autoestima y actividades destinadas a la capacitación laboral de estas mujeres. A día de hoy, el Funku di Mudjeres tiene su propia tienda de productos de artesanía en Cidade Velha, una actividad prácticamente inexistente en la zona. Gracias a este pequeño comercio algunas han podido abandonar tareas tan ingratas, ilegales, poco productivas económicamente y en contra del equilibrio ambiental, como la extracción de arena de las playas.
Alba, una viguesa voluntaria en ACCVE también conquistada por la morabeza, nos presenta a estas mujeres poderosas con las que trabaja y, sin querer, sirve de ejemplo para estas caboverdianas que admiran que la joven haya venido sola a Cabo Verde. Alba, en cambio, las admira a ellas: “tan llenas de fuerza y con tanto en su contra”. Ese es el caso de Ivonne, una mujer que se ha ganado el respeto de todas sus compañeras. Víctima de violencia, dio un paso que por aquí no es nada habitual: abandonó a su hombre, se llevó a sus hijos y, sola, alquilo un piso con la ayuda de ACCVE. Hoy es profesora del Funku di Mudjeres, después de que Luzía, otra vez, la parara un día por la calle para elogiar sus productos. Un encuentro casual, cambió su vida aunque Luzia, realmente, conoce a todas las mujeres de la zona.
“Hoy estoy orgullosa de mi misma, algo que nunca había sentido. Me atreví a dejar a mi hombre y eso me dio fuerzas y me ha convertido en ejemplo para otras mujeres, para que vean que son capaces, que si quieren pueden hacerlo. Además, me dedico a enseñar y he descubierto que me encanta; cuando alguien aprende me quedo sin palabras”, nos cuenta Ivonne.
Chica tiene 54 años y… se ha matriculado en el colegio. “Estar más formadas nos da más fuerza, más capacidad, más valor… tudo mais”.


(Fotografías Xan Xiadas)

jueves, 9 de diciembre de 2010

"Para empoderar a las mujeres debemos cambiar la mentalidad de hombres y mujeres"

Milsania Tavares y Catarina Cardoso:


Ana Ramos (Praia, Cabo Verde).-  Entrevista A Milsania Tavares y Catarina Cardoso, trabajadoras del Instituto Cabo-verdiano para Igualdade e Equidade de Género (ICIEG).




(Fotografía de Xan Xiadas)

Un tiburón... pero "muito pequeno"


miércoles, 8 de diciembre de 2010

CONTRAPORTADA: Agua… por fin


Ana Ramos (Ribeira Seca, Cabo Verde).- En un archipiélago en el que el agua es milagro, una presa es todo un acontecimiento. En todas las conversaciones ya sea género, acceso a vivienda, desempleo, radios comunitarias o donde podríamos comprar espuma de afeitar, alguien termina nombrando el barragem de Poilão. Se trata de la mayor presa del país, con una capacidad para almacenar 1,7 millones de metros cúbicos de agua para regadío. Situada en Ribeira Seca, el camino para acceder a la misma es el pequeño pulmón verde de la isla, São Jorge dos Rogaos. Un paisaje verde y frondoso resguardado entre montañas, por un momento, nos hace olvidar que la carencia de agua es aquí un problema de difícil solución. Respiramos, tomamos aire y, poco a poco, recorridos apenas diez kilómetros, la tierra seca y rojiza nos devuelve a la otra realidad caboverdiana.

Y una curiosidad, el templete de inconfundible estilo chino emplazado al otro lado de la presa avisa sin decoro al visitante de que esta infraestructura fue construida por el gobierno de este país asiático... Debieron pensar que así no habría dudas a la hora de poner nación al dinero que financió este pequeño prodigio.

(Fotografías de Xan Xiadas)

Elisio Rodríguez, director de CITI HABITAT: "Tenemos hombres y mujeres, esa es la riqueza natural de Cabo Verde”

 

Ana Ramos (Praia, Cabo Verde).- Lleva 22 años trabajando para el desarrollo de Cabo Verde y ha vivido su transformación como uno de los países más pobres del planeta a su consideración como estado de desarrollo medio por parte de la ONU. Si en Santiago todos los caminos llevan a Praia, en Praia, todas las personas te conducen hasta Elisio Rodríguez. Todos conocen, respetan y admiran  el trabajo de CITI HABITAT, la ONG de la que es fundador y director, y la primera legalizada en Cabo Verde. Nos encontramos en Ponte D’Agua, uno de los muchos barrios desfavorecidos de Praia en los que esta entidad tiene su sede y en el que ha desarrollado, entre tantas otras iniciativas, una radio comunitaria.
CITI HABITAT realiza un trabajo integral buscando superar todos los elementos que caracterizan la pobreza en Cabo Verde. Con su experiencia, ¿cuál cree que es el mayor problema del país?
La falta de empleo, el agua y el saneamiento. La pobreza está caracterizada por un conjunto de factores como educación, vivienda, acceso al trabajo… y en todos ellos CITI HABITAT incide a través de programas y proyectos que normalmente son financiados por organizaciones extranjeras.
Se trata de la primera ONG de Cabo Verde…
En 1988 ocho caboverdianos y un grupo de técnicos extranjeros fundamos CITI HABITAT. Todos trabajábamos en el desarrollo local y disentíamos con el programa de desarrollo del partido único. Propusimos como punto de partida la educación, la organización y la participación, esto es, el cambio de mentalidad de las personas. Nuestro objetivo es el desarrollo humano armonioso en la búsqueda de aquello que da razón de ser a la primera democracia, la democracia económica. Por eso incidimos en la formación, emprendizaje mediante microcréditos, construimos viviendas, mejoramos las ya construidas…
Cabo Verde es un país de desarrollo medio pero esto sólo lo parece en determinadas zonas…
No estoy de acuerdo. Cabo Verde ha superado tres de los cinco parámetros marcados por la ONU de ahí esa calificación que es generalizada para todo el país. Hay unas islas más atrasadas que otras como Brava o Maio por problemas de comunicación, pero todas las islas se desarrollan de forma armoniosa.

Sin embargo, las desigualdades sociales parecen muy llamativas...
Praia es la capital y las desigualdades son mayores, también propiciadas por el éxodo rural de la población en busca de un empleo pero, entre islas, el desarrollo es muy semejante.
La carencia de agua es una de sus principales dificultades. ¿La desalinización no es viable?
El Gobierno ha hecho muchos esfuerzos para captar las aguas y realizar la desalinización, lo que ocurre es que este proceso es sumamente caro y la manutención de las maquinas todavía mayor. Con todo, gracias a la introducción de la energía solar y eólica quizás consigamos abaratar costes. Por otro lado, el Gobierno capta las aguas que caen mediante presas pero las lluvias son irregulares. Debería llover de julio a octubre y no llueve. Desde 1968 hasta 2007 las aguas no son regulares. Aquello que debía llover en 4 meses cae en un día y se lleva todo por delante. Además, la destrucción de las playas debido a la extracción de la arena ha provocado que el agua de mar salinize los pozos de las aguas subterráneas agravando todavía más este problema.
Luchan contra todos los elementos…
Falta de lluvia y falta de producción. Sólo el 10% del terreno de Cabo Verde es cultivable y cuando no hay lluvias la capacidad productiva es del 30%, lo que es manifiestamente insuficiente. No tenemos petróleo, diamantes, oro… tenemos hombres y mujeres, esa es la riqueza natural de Cabo Verde y gracias a eso en 35 años heos salido del grupo de los países más pobres del planeta a los de desarrollo medio.
¿Tiene esperanza respecto al futuro?
En cuanto haya hombres y mujeres debidamente organizados en un partido serio de un gobierno transparente y honesto sí, tengo esperanza. Creo en el desarrollo de Cabo Verde y creo en días mejores para el país. He nacido aquí y he visto su transformación, lo que me hace pensar que todos los sacrificios han merecido la pena.  
¿De dónde saca las fuerzas para seguir trabajando?
Las fuerzas vienen del alma, de ser caboverdiano, un pueblo habituado a luchar contra todo y contra todos. Como dijo el poeta Ovidio Martins:
“Nós somos os flagelados do Vento-Leste!
O mar transmitiu-nos a sua perseverança
Aprendemos com o vento o bailar na desgraça
As cabras ensinaram-nos a comer pedras para não perecermos”
Esa es la fuerza de Cabo Verde y la que me empuja a seguir adelante.

(Fotografías de Xan Xiadas)

martes, 7 de diciembre de 2010

Contraportada: ¿Pagáis mañana?

Ana Ramos (Praia, Cabo Verde).- Medianoche, dos blancos cansados y sudorosos entran en un bar. Es un bar de barrio, de un barrio no muy rico. Agua, dos Estrelas, algo de comer… no que es muy tarde. Todos se conocen, claro, bromean entre ellos y nos miran amigables o no nos miran que también se agradece. Hora de pagar, ¿llevas tú?, ¿llevo yo?... ¿no llevamos  ninguno? Ah sí, un billete… y de los grandes. La camarera mira el dinero y pide cambio. Como es lógico, nadie tiene. Con una sonrisa nos lo devuelve. ¿Pagáis mañana? Claro. Boa noite. Boa noite.
Medianoche, dos negros cansados y sudorosos entran en un bar…

A oscuras

Ana Ramos (Praia, Cabo Verde).- Cada vez entendemos más cosas y no todas nos gustan. Algunos cooperantes parece que han olvidado para qué han venido y otros, en cambio, nos dan lecciones, no ya de cooperación, sino de vida, de respeto al otro y de puesta en valor de esas palabras que, por nuestro mundo, casi carecen de significado: multiculturalidad, solidaridad, entrega... Uno de los problemas de Cabo Verde, precisamente, es toda esa ayuda externa que necesitan para salir adelante y que ha minado en ellos cualquier espíritu emprendedor, aunque eso quizás sea decir mucho. Falta de autoestima, pérdida de identidad –ese funesto pasado colonial- complejo de inferioridad… Las definiciones no son nuestras, las han puesto otros.
Alguien muy interesante asegura que la pobreza en este archipiélago -en el que para acceder a los precios de su mercado tienes que ser europeo-, es de espíritu, “de construcción del raciocinio”, puntualiza ya que “¿qué sentido tiene tener red inalámbrica en las plazas pero carecer de saneamiento en los barrios periféricos?”. Internet, en el centro histórico se ve, que un caboverdiano no tenga baño… nunca lo sabremos. En Sal, la isla del turismo, nos han contado que se ha inaugurado un hospital fantástico… pero que no tiene médicos. Manel, un doctor catalán curtido ya en Angola se marcha hoy de la isla. Aquí ha relevado a un compañero y ambos, durante un año, como representantes del CIC (Centro Interhospitalario de Cooperación) han capacitado a médicos caboverdianos entre otras muchas cosas…. “La formación es lo que queda, nosotros formamos a unos y éstos a los siguientes. Podríamos traer especialistas pero queremos que ellos lo sean, que no dependan de nosotros”. Manel es de los que huyen del eurocentrismo: “hay que tener mucho cuidado porque es muy fácil caer en el paternalismo”.
Fernando es de Guinea Bissau y es una persona extraordinaria. Él daba clases en la universidad, tenía un pequeño hotel en Praia y… lo dejó todo. Hoy es el director de la Aldeia Infantil SOS de Ribeirao Chiqueiro. Bueno, como él dice, es el padre de los 80 niños acogidos en esta aldea pensada para las crianças más desfavorecidas. Algunos se quedaron solos demasiado pronto, otros provienen de familias desestructuradas y todos tienen hoy un porvenir y una nueva familia. Un padre, Fernando, y ocho maravillosas mujeres que ejercen de madres. En esta aldea, un paraíso en esta capital tan extraña, están rodeados de montañas, tienen huerta, jardín y verde… Sí, verde, la flor del desierto, esa que crece por todas partes y que aquí pinta de verde la tierra rojiza. Los niños, claro está, prefieren los columpios y aquí los tienen.


En Praia, sólo hemos visto un parque infantil. Habrá más pero sólo hemos visto uno. Estaba en el barrio donde están los consulados, las embajadas, los bancos… los de siempre. Quizás era la hora, quizás el calor, quizás el día pero no había ningún niño. Hoy a la misma hora, bajo un sol abrasador en Ribeirao Chiqueiro había niños, muchos niños. Descalzos jugaban en su particular parque infantil: un coche abandonado, arena, una pelota deshinchada y, aun a riesgo de hacer demagogia, lo cierto es que parecían muy felices. Si a su felicidad le añades dos extranjeros despistados, diferentes, con una cámara, pendientes y todas esas cosas que ellos no habían visto, ese día seguramente ha sido extraordinario.
Ya comienza a tintinear la luz, aquí, en Praia las bajadas de energía son frecuentes. Pueden durar una hora, dos o toda la noche. Molestos parecemos los extranjeros, los caboverdianos lo asumen naturalmente. En la calle continúan andando y, nosotros, de repente, sin luz, casi no sabemos caminar. Quizás somos nosotros quienes vivimos a oscuras.


(Fotografías de Xan Xiadas)

Contraportada: Barça – Osasuna

Ana Ramos (Praia, Cabo Verde).- “¿Te has fijado? Los niños no juegan al fútbol”, comenta mi compañero. Como en mi mente, ese deporte carece del más pequeño compartimento, ni siquiera lo había pensado. Otros niños nos desmienten y nos cuentan que son del Porto, del Benfica y que prefieren a Messi antes que a Ronaldo…. “Claro, ha engordado mucho”, aseguro buscando su complicidad y provocando risas. Me sacan de mi error, hablan de Cristiano, y comprendo que, a partir de ahora, de esta materia será otro quien hable. Cae la tarde y, casualmente, asistimos a una conversación que podríamos haber escuchado a miles de kilómetros de distancia. Dos aficionados discuten acerca de los árbitros y, de repente, se callan. Silencio, en la televisión caboverdiana emiten, y en directo, el Barça-Osasuna.

(Fotografía: Xan Xiadas)

lunes, 6 de diciembre de 2010

“Lo que Dios quiera”

Ana Ramos (Praia, Cabo Verde).- Dos pescadores avezados recogen la pesca del día. Praia de Gamboa, una pequeña barca, repleta de tainas -semejante a las xoubas o los xureliños- y niños, muchos niños. Los pequeños, aprenden entusiasmados a domesticar el mar, el recurso más importante de Cabo Verde, casi el único, aunque no todos lo tienen claro. “¿Serás pescador? Mmmm ya veremos”. Alegra comprobar que en este pequeño rincón de África los niños pueden permitirse pensar en el futuro. Los mayores, por su parte, exhiben ese pragmatismo que sólo poseen los que tienen una fe a prueba de hambrunas, éxodos migratorios y terrenos baldíos:

-“¿Cómo ha ido el día?
-Bien, muy bien.
-¿Suelen tener buena pesca?
-La que Dios quiere, cuando Dios quiere.
-¿Y Dios suele querer?
-Dios siempre nos quiere, aunque unas veces más y otras veces menos”.

Desarmados con una respuesta propia del gallego caricaturizado de la escalera, nos alejamos sonriendo y, al irnos, vemos que alguno de estos improvisados pescadores tienen su “vivienda” bajo los barcos corroídos por el tiempo y la salitre. Siguiendo su razonamiento, esa debe ser una de las veces que Dios no los quiere tanto.

(Fotografías: Xan Xiadas)


Territorio mestizo

Ana Ramos (Praia).- Antes de llegar alguien nos dijo que aquí durante mucho tiempo lo único que había era personas y piedras. Acaba de terminar la temporada de lluvias y la aridez es extrema. “¿La última vez que llovió? ……. ni me acuerdo”, nos dice una caboverdiana a la que compramos el primer litro de agua del día. Siete de la mañana y el sol ya comienza a amenazarnos. Después descubriremos que la mujer, realmente, no debe tener muy buena memoria ya que, hace apenas un mes, llovió y en lugar de hacerlo torrencialmente, como ocurre en todos los lugares en los que la lluvia es casi utopía, el agua cayó con sabiduría regando el escaso suelo cultivable. Qué ironía, un país rodeado de agua y en el que ésta es el mayor de sus problemas.

Praia, capital del país y la que concentra el mayor número de habitantes, 125.000 de los cuales, como siempre, unos viven muy bien, mientras que muchos más… sobreviven. A pesar de que Cabo Verde ya está considerado un país de desarrollo medio, queda mucho por hacer aunque los caboverdianos sonríen…

La morabeza, esa que hace referencia a su carácter hospitalario, no puede ser más cierta. Nos dirigimos a Plateau, el centro histórico y comercial de la ciudad y aunque nos han advertido de que Praia es la más europea de las urbes del archipiélago… disentimos y empezamos a creer que, al igual que los caboverdianos, Praia es más bien mestiza. Estamos en África, no hay duda, y, a la vez, en una Europa vieja, que no antigua, polvorienta, caótica… y, al tiempo, colorista y, en cierta manera, hermosa.

Algunas mujeres llevan los niños a la espalda, al modo africano, pero muchos hombres lucen zapatillas de deportes y viseras ladeadas. Hablan portugués, pero los inmigrantes –que empieza a haberlos, lo que dice mucho de sus niveles de progreso – y muchos caboverdianos prefieren el crioulo, un idioma que bebe del
portugués y de las diferentes lenguas africanas. Nosotros, galego falantes, no lo entendemos.

Mayoritariamente católicos, su arquitectura –en los casos en los que las construcciones están ordenadas en un cierto urbanismo- es portuguesa también. Realmente, sólo han pasado 35 años desde que Cabo Verde proclamó su independencia, tras cinco siglos de colonialismo en los que Portugal prohibió cualquier manifestación cultural que pusiera en peligro la “hegemonía del imperio”. La misma historia tantas veces repetida y, lo que es peor, que seguirá repitiéndose.

El turismo prefiere otras islas (Boavista y Sal) y quizás por ello todavía no nos hemos cruzado a ningún extranjero. Sin embargo, al llegar a Plateau, con una media sonrisa constatamos que muchos de sus comercios, como ocurre en Europa, están regentados por inmigrantes chinos. Las similitudes no terminan ahí pero las siguientes no tienen ninguna gracia. Apenas dos cafés, dos bollos y dos aguas, cerca de siete euros, como en cualquier capital europea, con la diferencia de que aquí un salario privilegiado ronda los 18.000 escudos caboverdianos (unos 180 euros).

En la Praça Luís de Camões, de nuevo, somos testigos del revés y envés de esta realidad tan mestiza como la piel genuinamente caboverdiana. Una mujer vende caramelos en la calle –ocho horas después seguiría haciéndolo- y, a su lado, un grupo de jóvenes se conecta a la red inalámbrica de internet que existe en las principales ciudades de Cabo Verde, utilizando, además, equipos de última tecnología.

Reponemos fuerzas, ahora ya con una Estrela, la cerveza caboverdiana, pero antes un último contraste, aunque esta vez falta la cruz de una cara tan extraña. El transporte público, eficaz pero destartalado, comparte carril con infinidad de coches de alta gama… muy alta.

(Fotografías de Xan Xiadas)

Mudando de piel: Cambiando estrés por morabeza

Ana Ramos (Praia, Cabo Verde).- Son las tres de la mañana. Una ola de frío y una huelga de controladores después, por fin hemos llegado a Cabo Verde. Estamos en la isla de Santiago y en Santiago, todos los caminos conducen a Praia. Aunque hemos empleado cerca de 14 horas en llegar a nuestro destino, en realidad sólo 4 horas y media separan Lisboa de la capital caboverdiana. Diciembre, de madrugada y una bofetada de calor nos recuerda que no hemos utilizado nuestro interminable periplo para cambiar botas de montaña por sandalias y estrés por morabeza, a partir de ahora la palabra que nos acompañará a cualquier hora y en cualquier momento cuando un caboverdiano quiera explicarnos de qué materia prima se compone su carácter. Con 991 km2, Santiago es la mayor isla de Cabo Verde y eso que, de norte a sur, su longitud es de 29 kilómetros, mientras que de este a oeste alcanza los 55. Pronto los recorreremos. Es muy tarde, apenas hay estrellas que nos muestren qué es lo que nos encontraremos, sólo queda dormir y esperar nuestro primer amanecer en Praia.

“Cabo Verde es viable, es posible y es un ejemplo para toda África”



Vera Almeida, alcaldesa de Paúl (Cabo Verde)

Ana Ramos (Santiago de Compostela)
Cuando se inauguró la mítica cafetería compostelana Derby, allá por los años 30 del siglo pasado, Cabo Verde era todavía una colonia portuguesa. En 1975 proclamó su independencia y la ONU auguró que ese pequeño país formado por diez islas en medio del Atlántico no sería viable económicamente. Su trayectoria ha desmentido a la institución y Vera Almeida, la única alcaldesa de este país en el que nueve de sus quince ministros son mujeres, también: “Cabo Verde es viable, es posible y es un ejemplo para toda África”. Invitada por el Fondo Galego de Cooperación, Almeida presentó en Galicia las iniciativas que se desarrollan en Paúl con el apoyo de esta entidad. Protegidas del frío con un humeante café, viajamos a Cabo Verde desde la histórica cafetería de Santiago gracias a las palabras de la alcaldesa de Paúl que, poco a poco, nos acercan a este archipiélago que una expedición de AGARESO recorrerá buscando mostrar los proyectos ejecutados por Cooperación Galega y, por supuesto, la realidad caboverdiana.

Cabo Verde suma casi 500.000 habitantes; pero otros 700.000 caboverdianos están en la diáspora. ¿Qué es mayor causa de emigración, pobreza o falta de esperanza?
Inicialmente el caboverdiano se fue con la esperanza de tener mejores condiciones de vida y, hoy día, continúa haciéndolo. Emigra por falta de recursos en el país, sino no lo haría.

Los que han emigrado, cuando sienten saudade escuchan morna, ¿es así?
La morna es una música muy nostálgica que forma parte de nuestro carácter… Cuando la escuchamos, aunque estemos a miles de kilómetros de distancia, creemos estar en Cabo Verde.


 ¿Quiénes se van, los hombres, las mujeres o ambos?
Suele emigrar el hombre para trabajar como marinero pero en determinados lugares como Paul, emigra la mujer y termina trabajando como empleada doméstica o en las fábricas. En Cabo Verde la mayoría de la población es mujer, pero en Paúl es hombre.

Precisamente en el gobierno caboverdiano 9 ministras son mujeres de un total de 15, cuentan con el Instituto Cabo-Verdiano para a Igualdade e Equidade de Género, un Plan Nacional de Igualdade... ¿Es tan buena la situación de la mujer como parece?
Más que buena es cómoda. El parlamento ha aprobado una ley de paridad que podría no ser necesaria,  aunque, realmente, la mujer caboverdiana siempre ha sido crucial en la historia del país y los sucesivos gobiernos han sabido apreciarlo.

Esta igualdad, ¿es institucional o real?
La mujer es consciente de su papel, pero en el medio rural la situación es diferente ya que, en muchos casos, todavía depende económicamente del hombre. Las mujeres son fundamentales para el desarrollo del país y, de hecho, en Cabo Verde difícilmente hay una profesión en la que la mujer no esté presente.

¿A qué problemas se enfrenta?
La violencia doméstica es todavía significativa y, para ello, contamos con la llamada Red Sol para atender a todas las víctimas, tanto mujeres como hombres. De este servicio forman parte abogados, psicólogos, policía, el sistema de salud…

En Cabo Verde sólo existe un 10% de suelo cultivable y el 90% de sus alimentos deben importarlos. Todo está en su contra, pero viven más y mejor que en el resto de países de África…
Todo está en nuestra contra y ahí reside nuestro mérito. Algo fundamental es que estamos aumentando los terrenos cultivables para llegar a ser un país sostenible. El mar, el sol y las personas son nuestros recursos. Nosotros no tenemos petróleo, ni diamantes, ni minerales…

Mejor, porque les habríamos esquilmado.
También es cierto.

Algunos caboverdianos todavía recuerdan las terribles hambrunas que mataron a miles de personas…
Los habitantes de Cabo Verde prácticamente murieron. Cabo Verde fue de las pocas colonias portuguesas que cuando logramos la independencia éramos tierra y gente. No había ninguna infraestructura de peso que justificase 500 años de colonización.

De hecho, la ONU vaticinó que sería inviable económicamente….
Y es viable, y es posible y es un ejemplo para toda África.

¿Cuáles son los mayores retos a los que se enfrentan?
Muchos: un gran desempleo entre las mujeres y los jóvenes, debemos incidir en el empoderamiento de la mujer, el acceso a la vivienda... Algo importante también es la falta de autoestima, sin ella no nos valoraremos, no tendremos confianza en nosotros mismos y, consecuentemente, el desarrollo no será posible.

¿Qué deberíamos importar de Cabo Verde?
Somos un país luchador. Sólo teníamos piedras y personas y logramos la independencia. Ese es nuestro mérito, no tenemos mucho más que dar… Y una palabra, morabeza, que refleja el alma y el espíritu de la gente de Cabo Verde, su solidaridad y hospitalidad.

Las mujeres caboverdianas emigrantes hablan de djunta-mô, juntar las manos…
Sabes… es terrible. Tras la apertura política se ha producido una reducción del djunta-mô. Las personas se volvieron más egoístas, más individualistas y cada uno se puso a luchar por lo suyo. En Paul queremos de nuevo rescatar esos valores, es fundamental.

Será la prosperidad que trae consigo la pérdida de valores...
Será….
(Fotografías de Óscar Dacosta)

domingo, 5 de diciembre de 2010

Rumbo a Cabo Verde

Ana Ramos (Santiago de Compostela)

AGARESO  viaja a Cabo Verde. Con el objetivo de visibilizar los proyectos ejecutados en este archipiélago por Cooperación Galega, la Asociación Galega de Reporteiros Solidarios tratará de acercarse a la realidad de un país cuya trayectoria, desde su independencia portuguesa en 1975, ha sido extraordinaria escalando cada año puestos en el Índice de Desarrollo Humano hasta alcanzar el 118. Eso sí, tengamos en cuenta que España y sus más de cuatro millones de parados ocupan la posición número 20.

A pesar de los cien puestos que separan uno y otro país, Cabo Verde cuenta con el mejor índice de escolarización de África y se sitúa entre los países subsaharianos con mayor desarrollo de las TIC. Y todo esto sin olvidar que estas diez islas no parecen tener mucho a su favor. Sólo el 10% de su suelo es cultivable, deben importar cerca del 90% de los alimentos y sin la ayuda externa su subsitencia no sería posible.

Durante siglos las islas estuvieron deshabitadas. Seguramente en ese tiempo eran tan verdes como el cabo continental que les da nombre, hasta que mediado el siglo XV los portugueses las descubrieron y, durante más de 300 años, fueron peaje ineludible para el comercio de esclavos.
Al sur de las Canarias y al oeste de Senegal, sobrevive Cabo Verde con sus escasos recursos: el sol, el mar y, por supuesto, los caboverdianos. Si lloviese con sabiduría, sería un oasis pero las sequías y las aguas torrenciales se suceden agravando su aridez. Quizás por ello el archipiélago cuente con casi 500.000 habitantes… y 700.000 mil más  en la diáspora.

Amilcar Cabral, el pacifista que debió buscar la soberanía de su pueblo con las armas, sabía que era difícil pero no imposible:

“Nós estamos a loitar para o progreso da nosa terra.
Temos que facer todos os sacrificios para conseguirmos o progreso do noso pobo.
Temos que acabar con todas as inxustizas, con todas as miserias, con todos os sufrimentos”.

Fotografía cedida por: Fondo Galego de Cooperación