martes, 14 de diciembre de 2010

“A medida que aumenta el PIB, aumentan las desigualdades sociales”




Mario Moniz, secretario ejecutivo de la Plataforma de ONG de Cabo Verde.

Ana Ramos (Praia, Cabo Verde). 500.000 habitantes, la mitad que Barcelona, diez islas y… unas 800 organizaciones de la sociedad civil, de las que algo más de una cuarta parte forman parte de la Plataforma de ONG de Cabo Verde. Es difícil gestionar este archipiélago, cuyas islas “están aisladas entre sí y también del continente africano”, explica Mario Moniz, secretario ejecutivo de la Plataforma de ONG de Cabo Verde.
Cabo Verde es un país con una enorme dependencia de la ayuda externa. ¿La plataforma de ONG sirve para canalizar esta ayuda?
La plataforma es una ONG creada en 1996 con el propósito de representar a las ONG y contribuir a la dinamización del tejido no gubernamental en Cabo Verde. La plataforma persigue además la capacitación de los integrantes de las ONG y otras entidades, además de visibilizar todo el trabajo de los actores no gubernamentales y facilitar la comunicación entre ellos y con la sociedad civil.
Cerca de 250 ONG forman parte de la plataforma… ¿Es operativo este número de entidades?
En Cabo Verde existen más de 800 organizaciones pero, en realidad, no hay más de 20 asociaciones activas. La plataforma debería tener como miembros a ONG, pero algunas asociaciones comunitarias quisieron entrar a formar parte y las aceptamos. Algunos sindicatos también quisieron afiliarse pero, en ese caso, no los admitimos.
¿Están reconocidas por la sociedad civil?
Sí, nuestra gran potencialidad es ese reconocimiento, pero todavía tenemos dificultades en el saber hacer. Debemos invertir mucho más en la capacitación de nuestros agentes y en la movilización de los recursos.
¿Cómo se movilizan esos recursos?
Ahí radica uno de nuestros problemas. Cabo Verde es un país que depende de los recursos externos para su desarrollo. A pesar de que las intervenciones de la plataforma son complementarias, ni el Gobierno ni los ayuntamientos logran hacerlo mejor que nosotros. Todos vivimos de la cooperación y hay una cierta competencia. Es decir, dependemos mucho de la voluntad del Gobierno y de los municipios, de manera que somos muy importantes pero, a la vez, no tenemos poder.
El paso de país menos avanzado a país de desarrollo medio, realmente, ¿les ha beneficiado?
Es complicado… Esta calificación supone que debamos pensar en nuevos canales de financiación y estamos todavía en una fase de aprendizaje. El país ha llegado hasta aquí gracias a la buena gobernanza pero, realmente, esto disminuye las posibilidades de las ONG de movilizar recursos. Las ONG deben tener acceso a una parte de los presupuestos del estado y existe una voluntad política para llevarlo a cabo, pero todavía tengo que verlo.
¿Podemos hablar de democracia consolidada?
Más que consolidad, diría en proceso de consolidación. Tampoco podemos hablar de país desarrollado, sino que desde el momento de la independencia en 1975 hemos avanzado mucho, pero queda mucho por hacer.
¿Cuáles son los principales problemas de su país?
Agua y saneamiento. Una buena parte de la población aun no tiene acceso al agua potable en cantidad y en calidad. También es muy importante la vivienda sobre todo en los centros urbanos de Praia, Mindelo o Sal, poblaciones que han sido víctimas del éxodo rural. Las sequías son sistemáticas, de forma que la falta de agua para el desarrollo agropecuario desembocó en el éxodo rural lo que agravó todavía más el problema de habitabilidad.
¿De ahí la proliferación de construcciones clandestinas?
Así es, lo que trae consigo, además, un descenso de la calidad de vida. El ritmo de crecimiento fue tan rápido que las autoridades no fueron capaces de acompañarlo ni en términos de abastecimiento, ni en términos de infraestructuras sociales, de abastecimiento de agua, de energía… Todos somos conscientes de este problema y hay todo un djunta-mô, juntar las manos, en la lucha contra la pobreza y mejora de las condiciones de vida de las poblaciones menos afortunadas.
De hecho, las desigualdades sociales parecen enormes…
Así es, sobre todo en los centros urbanos. Boavista o Sal, islas del turismo, son a la vez islas de la pobreza y de la riqueza, en muchos casos motivada, de nuevo, por el éxodo rural. A medida que aumenta el PIB, aumentan también las desigualdades sociales.
¿Qué se está haciendo para evitar este éxodo rural?
El Gobierno está insistiendo en la creación de infraestructuras y de nuevas condiciones en el campo: construcción de presas, introducción de razas mejoradas, industrias de transformación…
Éxodo rural y… migratorio. ¿Los jóvenes caboverdianos siguen soñando con irse?
Ya no tanto como antes, hoy la alfabetización es prácticamente plena, los profesores están cualificados, los jóvenes ya no tienen que salir fuera para estudiar… Si en Cabo Verde tienes una profesión cualificada, difícilmente querrás marcharte para lavar platos en Estados Unidos. Hoy las personas también tienen oportunidades en nuestro país.
¿Orgulloso de Cabo Verde?
Mucho.

(Fotografías Xan Xiadas)

lunes, 13 de diciembre de 2010

En Sucupira


Ana Ramos (Praia, Cabo Verde).- Sucupira es el mayor mercadillo de Cabo Verde. Emplazado en Praia, la capital, allí puede comprarse casi cualquier cosa: muebles usados, ropa, comida, películas de acción orientales, casettes y teléfonos móviles de última generación. Con dinero, claro, todo es posible en Sucupira... hasta hacerse la pedicura. Las caboverdianas, habituadas a calzar sandalias, entretienen la espera pintándose las uñas de los pies con colores tan brillantes como sus cielos.
(Fotografía Xan Xiadas)

domingo, 12 de diciembre de 2010

"La alegría y solidaridad de Cabo Verde no se ve en Europa; es un buen sitio para vivir"


Ana Ramos (Praia, Cabo Verde).- Las visitas realizadas a los proyectos realizados en Cabo Verde con cargo a Cooperación Galega nos ha llevado a conocer a Alberto Martín, técnico de proyectos de CETMAR en el país. En esta entrevista nos cuenta su trabajo y su visión de Cabo Verde y sus habitantes.

 

(Fotografía Xan Xiadas)

sábado, 11 de diciembre de 2010

"Algún día lloverá"

Ana Ramos (San Vicente, Cabo Verde).- Uno de los principales problemas de Cabo Verde es la sequía. En este archipiélago se distinguen dos estaciones, la húmeda, de agosto a octubre, y la seca, en la que nos encontramos, de noviembre a julio. En este mes, sólo en los lugares donde se superan los mil metros suelen caer lloviznas en invierno. Estamos en Praia, al nivel del mar y... ha llovido. Apenas han sido unas gotas pero el cielo plomizo, el bochorno que no nos ha abandonado y la alegría de los caboverdianos que en ese momento nos hemos cruzado nos ha hecho soñar con eso que ellos repiten: "algún día lloverá y Cabo Verde será diferente".
Ojalá llueva y las áridas montañas se pinten de un verde luminoso que dote de sentido el nombre de Cabo Verde.

viernes, 10 de diciembre de 2010

CONTRAPORTADA: Porto Mosquito en Burela



Ana Ramos (Porto Mosquito, Cabo Verde).- Porto Mosquito es una localidad pobre, eminentemente pesquera y muchos de sus paisanos se han aclimatado ya a las frías temperaturas gallegas. Viven en Burela (Lugo) y pasan la saudade escuchando al grupo Batuka Tabanka formado por doce caboverdianas y quien sabe… puede que también um bocadinho afrogallegas.
En Porto Mosquito los hombres salen a pescar y las mujeres manipulan y venden el pescado en los mercados de Praia o en la calle, a quien quiera comprárselo. La escasez de terreno cultivable hace de la agricultura una tarea titánica y aunque los animales domésticos son los dueños de la calle, criarlos tampoco debe ser fácil. Falta el agua, el establo…
En la playa un pescador recoge sus redes observado por los niños:
“-¿Cómo ha ido el día?
-Bien.
-¿Los niños quieren ser pescadores?
-Los niños tienen que ir a la escuela.”

Perfecto.
...
Aunque no tanto. Al terminar la escuela ¿en qué trabajarán? La falta de agua les enseñó a comer piedras, la falta de empleo a emigrar.

(Fotografía Xan Xiadas)

CABOVERDIANAS con mayúsculas

Ana Ramos (Cidade Velha, Cabo Verde).- Las conexiones en Cabo Verde parecen infinitas. O quizás todo el misterio se deba a que la población de toda la isla de Santiago no supera los 270.000 habitantes. Lo cierto es que un médico nos habló de una profesora de Bellas Artes cuya tesis doctoral investiga las pinturas de los rabelados, una comunidad que se aisló voluntariamente de la sociedad en los 40 y en cuya historia nos detendremos; y, en Galicia, alguien comentó que Manolo, otro gallego, tiene un negocio desde hace más de diez años en Tarrafal. Manolo, a su vez, nos dijo que era amigo de Luzia, y de ella, que nos ayudó a preparar este viaje, a partir de ese momento nos hablaría mucha más gente. A todos nos los hemos encontrado sin haberlos buscado y con todos hemos seguido descubriendo el potencial de esta isla que sale adelante, una vez más, gracias al trabajo de las mujeres.
Mucha gente dice que de tener género, África sería mujer. África no podemos asegurarlo, pero Cabo Verde, de no ser por sus mujeres, seguramente hoy ocuparía otros puestos en esos listados que tanto gustan a los estados. La poligamia es frecuente en el archipiélago y, además, está socialmente aceptada. Mejor un mal compañero que ninguno, piensan muchas caboverdianas y toleran que un gandul las proteja mientras ellas se ocupan de todo el trabajo doméstico y de las tareas clandestinas con las que habrán de procurar el sustento para sus hijos. Las mujeres aquí son cabeza de familia y, a pesar de todo, hasta que no tienen un hombre están a la espera de su figura para poder desempeñar el único rol social tolerable: la maternidad. Si a esto le añadimos desigualdad en el acceso al empleo o a los recursos tenemos el cóctel perfecto: baja autoestima y, consecuentemente, carencia de autonomía.

“-¿Cuántos hijos tienes?
-Ninguno.
-¿Y cuántos quieres tener?
-No lo sé… ¿ninguno?
-Pero… ¡no seas loca!”

En la política, la administración o, simplemente, en las ciudades la situación de la caboverdiana es diferente. Ocupa puestos de responsabilidad, está integrada en todas las profesiones, el país cuenta con nueve ministras y dos alcaldesas y diversas entidades velan por sus intereses. Ese es el caso, del Instituto Cabo-Verdiano para a Igualdade e Equidade de Género que, desde 1994, promueve políticas para la igualdad de derechos entre hombres y mujeres, además de la efectiva y visible participación de la mujer en todas las esferas de actividad del país.
En Cidade Velha, a apenas 15 kilómetros de la capital, ese papel lo realiza el Funku di Mudjeres, una de las dos sedes el país de la Asociación para la Cooperación con Cabo Verde (ACCVE). Allí todas las mujeres conocen a Luzia Oca, la del principio, y a “Carmiña”, Carmen Presa, promotoras incansables de la igualdad de oportunidades entre hombres y mujeres en este país tan lleno de desigualdades.


El Funku di Mudjeres trabaja con las mujeres de tres localidades costeras: Cidade Velha, Gouveia y Porto Mosquito, pertenecientes al municipio de Ribeira Grande. La elección de esta zona no es casualidad: rural y con un alto número de familias monoparentales pobres, cuya responsable es una mujer que suele tener a su cargo una media de cuatro hijos. Los hombres, o han emigrado o se desentienden de su papel como padres. Añadamos a esto personas dependientes a su cargo y analfabetismo y el cóctel, ahora, nos dará como resultado una mujer que no puede desarrollarse como persona.
Conscientes de esta realidad, ACCVE ha llevado a cabo aulas de alfabetización, talleres de afectividad y sexualidad para jóvenes, formación en género y autoestima y actividades destinadas a la capacitación laboral de estas mujeres. A día de hoy, el Funku di Mudjeres tiene su propia tienda de productos de artesanía en Cidade Velha, una actividad prácticamente inexistente en la zona. Gracias a este pequeño comercio algunas han podido abandonar tareas tan ingratas, ilegales, poco productivas económicamente y en contra del equilibrio ambiental, como la extracción de arena de las playas.
Alba, una viguesa voluntaria en ACCVE también conquistada por la morabeza, nos presenta a estas mujeres poderosas con las que trabaja y, sin querer, sirve de ejemplo para estas caboverdianas que admiran que la joven haya venido sola a Cabo Verde. Alba, en cambio, las admira a ellas: “tan llenas de fuerza y con tanto en su contra”. Ese es el caso de Ivonne, una mujer que se ha ganado el respeto de todas sus compañeras. Víctima de violencia, dio un paso que por aquí no es nada habitual: abandonó a su hombre, se llevó a sus hijos y, sola, alquilo un piso con la ayuda de ACCVE. Hoy es profesora del Funku di Mudjeres, después de que Luzía, otra vez, la parara un día por la calle para elogiar sus productos. Un encuentro casual, cambió su vida aunque Luzia, realmente, conoce a todas las mujeres de la zona.
“Hoy estoy orgullosa de mi misma, algo que nunca había sentido. Me atreví a dejar a mi hombre y eso me dio fuerzas y me ha convertido en ejemplo para otras mujeres, para que vean que son capaces, que si quieren pueden hacerlo. Además, me dedico a enseñar y he descubierto que me encanta; cuando alguien aprende me quedo sin palabras”, nos cuenta Ivonne.
Chica tiene 54 años y… se ha matriculado en el colegio. “Estar más formadas nos da más fuerza, más capacidad, más valor… tudo mais”.


(Fotografías Xan Xiadas)

jueves, 9 de diciembre de 2010

"Para empoderar a las mujeres debemos cambiar la mentalidad de hombres y mujeres"

Milsania Tavares y Catarina Cardoso:


Ana Ramos (Praia, Cabo Verde).-  Entrevista A Milsania Tavares y Catarina Cardoso, trabajadoras del Instituto Cabo-verdiano para Igualdade e Equidade de Género (ICIEG).




(Fotografía de Xan Xiadas)